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lunes, 16 de marzo de 2009

Algo de mí




Nací hace más de medio siglo en una pequeña ciudad del altiplano boliviano llamada Oruro, mi pueblo como la llamo esta rodeado de arenales y minas de estaño, quizás la única alegría que se siente es el efímero carnaval, que llega cada año vestido de colores y bailando con música nacional.

Partí de allá aun joven y, posteriormente, andando por el tiempo, retorne a ella y volví a quererla, es más, a entenderla. De mi niñez me quedan recuerdos algo borrosos, alegres pero también algunos muy tristes.

Cuando acabé mis estudios me di cuenta que solo tenia un título válido: mi partida de nacimiento, los demás diplomas y certificados no me ayudaron en nada a ser realmente feliz. Me olvide anotar que si tengo un título, del cual me siento muy orgulloso: soy un peregrino, recorrí parte del mundo y de mis ‘peregrinajes’ vienen mis exiguos conocimientos de la vida. Soy padre y afortunado abuelo, aprendiz de todo y maestro de nada.

Escribo por afición. Me gustan las antigüedades, el tango y el bolero. Me apasionan hasta límites casi insospechables, las historias de los grandes hombres que parió la humanidad, desde tiempos antiguos a la fecha.

Defectos: soy tozudo y a veces no veo más allá de mis propias narices. Terco y pasional. En materia de religión me considero Ortodoxo creyente, tengo un amigo que a veces ‘no me hace caso’, se llama Jesús, pero también leo a Osho.

Libro batallas casi todos los días. Tengo que enfrentarme a muchos invasores, que a veces los siento dentro de mí. Peleo contra el odio, la ira, el desafecto y ante todo la intolerancia..

Admiro la amistad y la lealtad que deben caminar mano a mano, me alegra compartir mi mesa con mis amigos, sentir sus penas y sus alegrías. Y después al calor de un trago y buena música, platicar hasta la madrugada.

Soy mediático en resolver mis problemas, razón la que me viene a la mente, aunque cito de memoria: a los ‘esenios’, cuando tenían que resolver un grave problema lo escuchaban sobrios, al día siguiente lo discutían bebiendo y al tercero emitían el veredicto en sobriedad y lucidez total.

El resto, lo que podía seguir contando, pero es tal vez aburrido para seguir leyendo sobre alguien que no le es significante a nadie.

Yo seguiré este difícil viaje y aventura que se llama vida, sin conocer la meta ni el destino.

Jorge Laserna Vargas

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