lunes, 16 de marzo de 2009
Meditación del Señor
La cruz de Gólgota el presentía,
y turbado con sentimiento de angustia,
oraba el Nazareno en su abandono;
tú conoces, Padre, la pena mía,
socórreme, te ruego le decía,
el día del suplicio se me avecina,
y sacudido por su propia pena
cayendo al suelo le dijo:
seré clavado de pies y manos,
con la cabeza ensangrentada
por una corona de espinas,
pero después de esa tortura,
solo pido tu compañía.
Jorge Laserna Vargas
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