Nuestro camino por la tierra es tan efímero
que no somos más que hojas secas mecidas al viento.
La cuna de la vida y de la muerte
ese gemelo partir que el destino nos dispone.
Yo la quisiera candente y sutil,
leve y tenue como el vuelo de una nube.
Perfumada con la pasión de un beso
y dejar en mi tumba un rastro imborrable.
Dejo tan solo en este doloroso y perecedero viaje
un libro, un árbol y un hijo.
Jorge Laserna
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