Encuéntrame en tus ojos ávidos
en tus gélidas y tristes lagrimas
en tus manos frágiles y trémulas
en tus labios ya marchitos.
Encuéntrame en tu solitaria alcoba
en tus sueños aterrados y perdidos
o en los prados que anduvimos
llenos de sobrios abedules y flores ya marchitas
Encuéntrame en algún poema ignorado,
en los días inmortales que pasamos juntos
o en una de esas cartas ajadas
que te escribí desde mi destierro.
Encuéntrame donde menos pienses,
en tus noches oscuras y desoladas,
o apoyada en un portón viejo y agrietado
de las calles solitarias donde los dos deambulamos.
Jorge Laserna
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